Entrelíneas N°65
Newsletter al notariadoJulio, 2025
Los desafíos de Carlos D’Alessio como nuevo director de la Revista del Notariado
El expresidente de la institución asumió la dirección de la publicación académica del CECBA con el desafío de reinstalarla en el debate jurídico. Se suma un grupo destacado de colaboradores

Fundada en 1897, la Revista del Notariado es una de las primeras publicaciones académicas profesionales del país. En el mes de mayo pasado, el expresidente del Colegio, escribano Carlos M. D´Alessio, fue nombrado como nuevo titular del órgano de producción doctrinaria del CECBA, convirtiéndose en su decimonoveno director en sus casi 128 años de vida. En esa trayectoria de excelencia se incluyen figuras como las de José A. Negri, Carlos A. Pelosi, Patricio Harrington, entre otros distinguidos académicos.
El escribano D´Alessio dialogó con Entre Líneas, luego de una reunión con el Comité Editorial, para exponer los lineamientos de la revista. En ese sentido, remarcó dentro de los objetivos principales se incluye recuperar la periodicidad, ampliar la agenda de temas, mantener un alto nivel jurídico que trascienda lo meramente notarial y posicionarla como un referente para el mundo jurídico y académico en general. D´Alessio anticipó que se buscará una mirada innovadora en los temas, sin descuidar el apoyo práctico a la labor profesional de los escribanos.
¿Qué significa asumir la dirección de la Revista del Notariado teniendo en cuenta la historia de esta publicación?
Bueno, creo que es un desafío interesante, por eso lo acepté. Me parece que es un compromiso, en la medida que históricamente la revista ha tenido brillantes directores y para esto tenemos que fijarle la propia impronta. Hemos formado un Comité de Dirección con el cual estamos sumamente satisfechos, integrado por la escribana María José Fernández, y los escribanos Julián Frigerio y Santiago Rebenstein, con los que nos vamos a reunir con mucha frecuencia para hacer en conjunto este trabajo. Queremos que la revista recupere su periodicidad, ya que ha tenido atrasos por diferentes circunstancias.
Por otra parte, nos interesa mucho mantener un nivel jurídico que no se limite a lo notarial, ni en cuanto a los temas, ni en cuanto a la autoría de los trabajos, sino que realmente -cosa que históricamente ha tenido este papel- sea un referente para todo el medio jurídico, para el medio académico, para el medio judicial, etcétera.
Para esto estamos promoviendo una convocatoria a profesores universitarios en materia de Derecho Privado de todo el país, pidiéndole que nos propongan temas para ser publicados. Estamos tratando de integrar un comité científico que -más allá de la tarea del comité editorial- va a asesorarnos de modo mucho más directo, un comité científico integrado por académicos tanto del mundo notarial como del mundo jurídico en general.
Aspiramos a que la revista, repito, recupere su ritmo de publicación y esto comenzará a partir del próximo año. En este año vamos a suplir este atraso con un número especial para el mes de septiembre.
¿Cuáles son los temas que le interesan a Carlos D´Alessio como escribano académico? ¿Qué mirada innovadora se está buscando?
Me parece que el escribano necesita, por un lado, temas concretos que lo ayuden en su labor profesional. Es decir, poder consultar cuando tiene algún caso de complejidad y esto la revista siempre lo cumplió: ir a buscar una respuesta específica, ya sea a través de un artículo de doctrina, un fallo de jurisprudencia o la respuesta a una consulta por la Comisión de Consultas Jurídicas o por los asesores del Colegio.
Y, por otro lado, también le interesa ser un estudioso en todas las materias de Derecho Privado. Y en este aspecto, la revista tiene que prestarle una gran utilidad.
El primer número de la nueva línea editorial que va a salir en marzo de 2026 va a incluir un dossier sobre todo lo que significa protección de incapaces, de personas vulnerables y ya hemos recurrido para esto a especialistas en la materia.
Con su experiencia en la UINL, ¿qué otras publicaciones académicas del mundo le llaman la atención?
El notario español mantiene una revista de un nivel alto, que también hay que consultar. Conozco menos de otros idiomas, pero no hay demasiadas revistas del mundo notarial equivalentes a la Revista del Notariado. En Argentina han quedado la nuestra y la Revista Notarial del Colegio de la Provincia de Buenos Aires como revistas emblemáticas.
¿Con qué otras instituciones del derecho están dialogando para articular nuevas alianzas?
En este momento estamos cursando invitaciones a la Academia Nacional de Derecho y estamos celebrando un convenio con la Academia Nacional del Notariado para obtener artículos de los consejeros miembros de número y de los miembros del Ateneo de la Academia, y material que estamos seguros que será muy valioso.
Pero también estamos en diálogo con los decanos de las facultades de Derecho de todo el país para abrir el abanico de autores y de temáticas posibles.
El sábado 31 de mayo se llevó a cabo la primera edición 2025 de la campaña “Cuidá lo tuyo”, con una jornada presencial de asesoramiento gratuito en el emblemático barrio de San Telmo.
En la apertura de la 16° edición, la Comuna I (Balcarce 1110) fue sede de una intensa mañana de trabajo durante la cual se atendieron más de 190 consultas, y se pudieron responder preguntas sobre temas de gran importancia para la vida cotidiana y el patrimonio familiar.
Las principales inquietudes giraron en torno a donaciones, compraventa y escrituración, usufructo y actos de autoprotección.
También se destacó, como en cada jornada, el interés por el Régimen de Protección de la Vivienda Familiar, con un promedio de 25 trámites de afectación realizados durante la jornada.


Como novedad, esta edición sumó dos charlas informativas que convocaron a un grupo importante de público:
- “Decidí hoy lo que importa mañana: lo que vale no es lo que dejás, sino cómo lo dejás”, a cargo de las Escs. Magdalena Tato y Fernanda Muntaner.
- “Casados, juntados o confundidos. Lo que hay que saber antes de dar el paso”, a cargo del Esc. Nicolás Chejanovich.
Ambas propuestas permitieron profundizar sobre temas clave como las decisiones personales y patrimoniales, y promover una mayor conciencia sobre la planificación y el cuidado del patrimonio.
Asistieron a la jornada el secretario de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires, Francisco Quintana; y el director general de Asuntos Registrales del Ministerio de Justicia GCBA, Agustín Ulanovsky y parte de su equipo colaborador.
También participaron -como es habitual en cada jornada de asesoría- las entidades que promueven el testamento solidario y que tienen convenios de colaboración firmados con nuestro Colegio: Unicef Argentina, Médicos Sin Fronteras y la Cooperadora del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
Tras finalizar la asesoría, la coordinadora de la campaña, escribana Beatriz Álvarez, agradeció a todos los colegas que participaron en esta campaña, con el compromiso social de orientar a la comunidad: “Es importante hacer especial reconocimiento a quienes nos acompañan desde el comienzo y a quienes se suman cada año, les agradecemos por ser parte de esta campaña. Su labor en esta iniciativa enaltece el rol del escribano en la sociedad y reafirma el valor de un servicio profesional imprescindible para la comunidad”.
El Consejo Directivo brindó un homenaje a uno de los principales asesores que tuvo el Colegio de Escribanos en su vida institucional.
El año 2025 no será un año más en la vida del escribano León Hirsch. Tras presentar su renuncia al cargo de Asesor Jurídico Notarial y Registral, cerró un ciclo en su vida profesional, que trascendió a muchas generaciones que recurrieron a su asesoramiento. Esta larga trayectoria se inició en 1963 con su graduación en la Universidad de Buenos Aires y el acceso a un registro notarial dos años más después.

En reconocimiento a su sólido desempeño institucional en el que brindó asesoramiento notarial profesional a cientos de colegas y dio apoyo técnico a diversas áreas institucionales, el Consejo Directivo le realizó un cálido y emotivo homenaje, con la presencia de queridos colegas y autoridades de otras entidades, quienes consideraron que la trayectoria de Hirsch fue una de las más influyentes en las últimas décadas para la función notarial.
En un marco de calidez, el escribano Jorge De Bártolo recordó que en su mesa examinadora para el acceso al registro estuvo el escribano Hirsch con su rigor evaluador (risas), y agradeció que pueda ser él, como presidente del Colegio, quien pueda reconocerle todo el aporte que brindó a generaciones de escribanos: “León nos marcó a muchos, trascendió generaciones, fue certero en sus análisis y asesorías y su visión marcó a fuego la esencia de para qué servimos los escribanos ante la sociedad y cuán preparados estamos siempre ante los cambios que experimenta”.

Entre los asistentes se sumaron el tesorero Ramiro Gutiérrez De Lío (quien recordó su vínculo con su padre); su amigo y colega, el asesor registral Antonio Iapalucci; y la presidenta de la Academia Nacional del Notariado, Eleonora Casabé, quien se mostró muy emocionada por el reconocimiento que León hizo de ella y su trayectoria.
Luego del acto, la escribana Casabé dijo a Entre Líneas: “León Hirsch es un referente cuyo nombre va a quedar entre los más importantes que ha dado el notariado argentino. Su constante contribución y defensa del sistema registral inmobiliario le ha permitido ganarse el respeto y la admiración de quienes acompañamos esa lucha incesante. Celebramos este homenaje que le permite gozar de estos momentos que perdurarán en su memoria con la satisfacción de quien ha dado muchos años de su vida al ejercicio de esta profesión con amor, dedicación y esmero”.
El discurso del escribano Hirsch se destacó por una profunda meditación sobre la esencia de la función notarial, el paso del tiempo, el legado profesional y la importancia de la ética ante la comunidad. En uno de esos párrafos, subrayó el rol del instrumento esencial de la profesión: “La escritura pública, a la que tantas veces se alude con formalismo o frialdad, es en verdad una herramienta de paz y previsibilidad. Es un pacto entre la palabra y el derecho. Es un espejo en el que la sociedad puede mirarse y reconocerse como comunidad que respeta sus acuerdos y honra sus compromisos”.
En estas palabras agradeció, una vez más, el acompañamiento del Colegio en su vida, al que definió como su “hogar intelectual”: “Esta pertenencia institucional no ha sido para mí un trámite ni una circunstancia: ha sido un verdadero hogar intelectual y profesional. Por eso, recibir de esta institución el homenaje que hoy me conmueve, reviste para mí un valor muy especial. No es solo un reconocimiento al tiempo pasado, sino una afirmación de los valores compartidos que han guiado nuestra acción”.
DISCURSO DE DESPEDIDA DEL ESC. LEÓN HIRSCH
Han pasado más de seis décadas desde que, con el alma expectante y el espíritu comprometido, ingresé al camino del notariado. El tiempo, que suele ser juez implacable y maestro silencioso, ha depositado en mí no solo los años transcurridos, sino también la memoria viva de una vocación que se desplegó entre documentos, personas y actos jurídicos, pero también entre silencios, decisiones éticas y búsquedas profundas de justicia.
Hoy, al recibir este homenaje por parte del Colegio de Escribanos, institución a la que tanto debo y a la que tanto he procurado honrar, me detengo no solo para agradecer, sino para pensar y compartir el sentido de un trayecto que ha sido, por sobre todas las cosas, una forma de vida.
La función notarial no es una profesión más. Es un espacio de encuentro entre la voluntad de las personas y el orden normativo que estructura la vida en sociedad. Es una labor que reclama precisión técnica, formación continua, fidelidad al derecho y, sobre todo, una ética inquebrantable que vele por la seguridad jurídica y por la dignidad de quienes depositan en nosotros su confianza.
A lo largo de estos años, he comprendido que no hay acto sencillo ni trámite menor, porque cada intervención notarial implica, aunque a veces se lo olvide, una contribución a la paz social, una garantía de legalidad, una expresión de libertad responsable.
He asistido a transformaciones profundas del derecho y de la sociedad. Cambiaron los códigos, las tecnologías, las relaciones familiares, los modos de producción, la estructura del Estado. Pero el notariado, lejos de desaparecer en medio de esos cambios, ha sabido actualizar su lenguaje sin traicionar su esencia. Nuestra tarea no es resistir el tiempo: es interpretarlo, asimilarlo, darle forma legal sin renunciar a los principios.
El paso del tiempo, al que algunos temen como amenaza, ha sido para mí un privilegio. Me ha permitido ver generaciones de colegas formarse, crecer, aportar ideas nuevas, reformular antiguas certezas. Me ha ofrecido la posibilidad de aprender incluso cuando ya parecía que todo estaba dicho. Me ha mostrado que la vocación verdadera no envejece: madura.
Podría enumerar aquí muchos momentos de mi carrera en que, gracias a una buena escritura, evité conflictos, seguramente utilizando las enseñanzas del maestro Carlos Pelosi en su obra Técnicas de la redacción escrituraria.
Pero más allá de los datos que podrían componer una crónica personal, lo que queda es la conciencia de haber intentado siempre ejercer esta función con integridad, con respeto por la ley y con atención al otro.
Agradezco haber contado con colegas generosos, con autores que me enseñaron sin conocerme, con clientes que confiaron más allá de sus palabras, con instituciones que supieron proteger la dignidad del oficio. Agradezco, sobre todo, haber tenido salud, perseverancia, y una familia que comprendió el tiempo que exige esta tarea silenciosa pero vital.
Hubo también momentos de dificultad, como los hay en toda trayectoria larga y comprometida. Hubo dictámenes que exigieron horas de estudio, decisiones que reclamaron cautela, escrituras cuya redacción se volvió un ejercicio de equilibrio entre la forma y la sustancia, entre la voluntad de las partes y los márgenes legales.
En cada uno de esos desafíos percibí que ser escribano no es simplemente aplicar normas; sino comprender contextos, escuchar con atención, traducir con fidelidad, prever consecuencias.
La escritura pública, a la que tantas veces se alude con formalismo o frialdad, es en verdad una herramienta de paz y previsibilidad. Es un pacto entre la palabra y el derecho. Es un espejo en el que la sociedad puede mirarse y reconocerse como comunidad que respeta sus acuerdos y honra sus compromisos.
No he vivido esta vocación como una función técnica aislada, sino como una participación en el orden jurídico de mi país. La seguridad jurídica, ese valor a veces declamado pero no siempre comprendido en su hondura, ha sido para mí una brújula constante.
En ella se fundan la confianza en las instituciones, la posibilidad de planificar el futuro, el respeto por la propiedad, la validez de los actos voluntarios.
La función notarial existe para garantizar que los hechos sean comprendidos, legitimados, formalizados y conservados con responsabilidad. No hay seguridad sin forma, y no hay forma que valga si no está impregnada de sentido. Esta tensión entre la letra y el espíritu es el terreno donde se despliega, día a día, el arte jurídico del notariado.
He sido testigo del modo en que el Colegio de Escribanos, a lo largo de estas décadas, ha acompañado a sus miembros con dedicación, promoviendo la formación continua, velando por la dignidad profesional, generando espacios de reflexión colectiva, representando institucionalmente al cuerpo notarial frente a los poderes públicos y a la ciudadanía.
Esta pertenencia institucional no ha sido para mí un trámite ni una circunstancia: ha sido un verdadero hogar intelectual y profesional. Por eso, recibir de esta institución el homenaje que hoy me conmueve, reviste para mí un valor muy especial. No es solo un reconocimiento al tiempo pasado, sino una afirmación de los valores compartidos que han guiado nuestra acción.
Lo que uno entrega al ejercer durante tantos años una función como esta no es solo tiempo. Es atención, es cuidado, es decisión. Cada acto notarial implica un juicio, una responsabilidad, una interpretación.
El escribano no es un espectador de la legalidad, sino un agente que le da forma. Y, al hacerlo, también forma a su vez parte de la cultura jurídica de su época. Me honra pensar que, en alguna medida, he contribuido a fortalecer ese tejido de confianza que hace posible que el derecho no sea solo coerción, sino también acuerdo, previsión, resguardo, continuidad.
Hay una dimensión del ejercicio profesional que solo el tiempo revela con claridad: la de la transmisión. Al principio uno cree que trabaja para cumplir, para aprender, para ganar experiencia, incluso para construir un nombre. Pero con el paso de los años, cuando la práctica se convierte en forma de vida, se comprende que el verdadero sentido del oficio no está solo en lo que uno hace, sino en lo que deja.
No en los actos aislados, por valiosos que sean, sino en la huella que se transmite, en el estilo que se imita, en la palabra que perdura más allá de quien la dijo. El legado no es solo una herencia de saberes; es también una forma de ejercer, una ética, una actitud ante el otro.
Y si algo me ha conmovido en este tramo final del camino, es advertir cómo otros —colegas, discípulos, jóvenes escribanos— han sabido tomar algo de esa herencia, tal vez sin saberlo, tal vez sin proponérselo, pero con una naturalidad que solo otorga el respeto.
Porque también el notariado, como toda profesión verdaderamente humana, se transmite por la mirada, por la presencia, por la coherencia. El ejemplo silencioso tiene una potencia que ningún discurso reemplaza. He buscado, a lo largo de los años, que mis actos fueran más elocuentes que mis palabras, que mi trato fuera más claro que cualquier exposición teórica, que mi respeto por las formas no fuera una obediencia mecánica sino una expresión de convicción.
Y si eso ha dejado alguna marca en quienes me suceden, si alguien pudo aprender algo no solo de lo que hice sino de cómo lo hice, entonces siento que esta historia no ha sido en vano.
Este homenaje no es un cierre, sino una especie de umbral. No es una clausura, sino una forma de decir que la experiencia acumulada puede seguir viva en otros. Que la palabra empeñada puede renovarse en otras voces. Que la vocación, cuando es auténtica, no termina con uno, sino que se prolonga en quienes comparten el mismo fuego.
Vivimos tiempos veloces, de cambios vertiginosos, de presiones tecnológicas. Pero el notariado —como el arte, como la filosofía, como el derecho en su raíz— necesita de pausas, de reflexión, de cuidado por los detalles, de sentido de lo justo.
Y así como una vez, con manos jóvenes y mirada expectante, abrí el primer protocolo y firmé la primera escritura, hoy vuelvo la vista atrás no con nostalgia, sino con gratitud. Porque este largo camino me ha permitido no solo ejercer una profesión, sino habitar una forma de compromiso con el derecho, con las personas, con la verdad de los actos.
Y porque todo lo que he recibido —enseñanzas, afectos, oportunidades— ha superado con creces lo que yo haya podido dar.
Si algo puedo desear para quienes hoy comienzan este camino, es que no pierdan nunca de vista la dignidad que implica ser depositarios de la fe pública.
Que ejerzan su función con la humildad de quien sabe que cada firma, cada palabra, cada dato, cada forma tiene consecuencias reales.
Que comprendan que detrás de cada acto hay una historia irrepetible, y que cada intervención puede ser decisiva para el bienestar, la protección o el futuro de una persona. Que no se dejen arrastrar por las urgencias ni por la banalidad de lo inmediato.
Que defiendan con firmeza el valor de la escritura pública como garantía de legalidad, de equilibrio y de verdad.
Si tuviera que sintetizar en una frase lo que ha significado para mí el ejercicio del notariado, diría que ha sido una forma de estar al servicio del otro sin renunciar a uno mismo. Una manera de construir paz desde la palabra escrita. Un modo de custodiar la confianza en medio del ruido del mundo.
Por eso, este homenaje no es solo un cierre, sino también un espejo en el que vuelvo a reconocerme, y en el que —espero— otros puedan también mirarse para seguir adelante, con honestidad, con precisión, con humanidad.
Debo confesar que he dedicado mi vida al notariado con vocación y con convicción. He creído siempre que nuestra función no es solo técnica ni solo jurídica; es, en su esencia más profunda, un compromiso con la seguridad, con la verdad documentada y con la paz social.
Cada escritura, cada acto, cada intervención pública del notario lleva consigo la responsabilidad de custodiar derechos y dar forma jurídica a la confianza.
No ha sido un camino solitario. A lo largo de estas décadas, he tenido la fortuna de compartir esta profesión con colegas excepcionales, con maestros generosos y con discípulos inquietos.
Y, sobre todo, con el Colegio de Escribanos por este gesto que honra más que a una persona: honra una idea del notariado que se funda en la responsabilidad, en la formación permanente, en la ética profesional, en el respeto por el otro.
Agradezco a mis colegas, tantos y tan valiosos, por la compañía, el intercambio, la exigencia y el afecto.
Agradezco a quienes me formaron, a quienes confiaron en mí, a quienes alguna vez me enseñaron con una observación justa o con un silencio respetuoso.
Agradezco, sobre todo, a quienes, con cada acto, me recordaron que ser escribano no es escribir sobre papeles, sino inscribir en la trama social un acto de justicia y de confianza.
Hoy, al recibir este homenaje, no me siento en el centro de una escena, sino en el corazón de una historia compartida. No hay triunfo en la llegada, ni aplauso que sustituya al sentido profundo de lo vivido. Hay, sí, una emoción callada, una serenidad honda, una gratitud que no se agota en las palabras.
Permítanme detenerme brevemente, para expresar mi especial gratitud y reconocimiento a la actual presidenta de la Academia Nacional del Notariado, de la que soy miembro fundador y emérito, a la escribana Eleonora Casabé, quien honra con su liderazgo, entrega, integridad y altura intelectual, y constituye un faro para todos nosotros.
Ustedes saben que la Academia representa uno de los espacios más altos del pensamiento jurídico-notarial de nuestro país. En ella se custodia el legado intelectual de nuestra función, se reflexiona críticamente sobre sus fundamentos y se proyecta, con rigor y vocación, hacia las nuevas generaciones.
Haber podido contribuir desde ese ámbito a la construcción doctrinaria de nuestra profesión ha sido, sin duda, uno de los privilegios más significativos de mi vida notarial.
Porque si algo permanece más allá del ejercicio, es lo que uno puede dejar como huella en el pensamiento de su tiempo, para que otros —mañana— sigan edificando sobre esa base. Ese es, al fin, el verdadero legado.
Finalmente, deseo agradecer con amor a mi familia, por la paciencia silenciosa, por el acompañamiento discreto pero constante, que sin ellos nada de esto habría sido posible. Agradecer a mis colegas, por la amistad y el estímulo. Agradecer a mis maestros, por haber sembrado en mí la pasión por el derecho y el deber. Agradecer a quienes hoy me rinden este homenaje en vida, que me honra y me conmueve.
Muchas gracias.
Los Institutos de Derecho Notarial y de Derecho Civil y la Comisión de Consultas Jurídicas brindaron un taller que aportó una mirada integradora sobre las donaciones. Nuevas tendencias, fallos que marcan jurisprudencia y todas las consultas frecuentes que realizan los colegas. Accedé a los materiales.
Una de las fortalezas de la función notarial es el asesoramiento previo, como estrategia para volcar la voluntad del requirente en un documento seguro y libre de eventuales conflictos.
Bajo esa premisa, desde la coordinación del área de Capacitación se buscó aportar una mirada innovadora y completa sobre un tema nodal en la profesión como son las donaciones.
La prosecretaria Ana Stern dijo a Entre Líneas: “En el rol de nexo que en este momento tengo con el Comité de Contenidos, la propuesta fue vincular los aportes de varias especialidades para enriquecer el análisis. Allí logramos articular los trabajos del Instituto de Derecho Notarial, el Instituto de Derecho Civil y la Comisión de Consultas Jurídicas. No es habitual esta interacción entre comisiones e institutos del Colegio y nos pareció super importante que el colega pudiera tener un panorama mucho más completo. Con toda esa información y con los matices de cada caso, queremos colaborar para que los colegas puedan brindar el mejor asesoramiento profesional. Desde la reforma del Código, fundamentalmente con el impacto en la observabilidad de las donaciones y con casos puntuales de análisis, creo que pudimos articular un ciclo de encuentros muy enriquecedores”.
1 CLASE
Donaciones. Sujetos. Capacidad. Actuación de apoderados. Clases. Objeto y forma
2 CLASE
Reversión. Revocación. Oferta. Donaciones solidarias
3 CLASE
Donaciones inoficiosas. Conformidad. Art. 2461
4 CLASE
El fideicomiso como medio de planificación del patrimonio familiar
Invitado especial al escribano Carlos D´Alessio
Por último, el 3 de junio se abordó el tema “Partición. Partición por ascendiente. Análisis del fallo Zuccardi”, un caso que marcará jurisprudencia y que tuvo mucha trascendencia mediática por tratarse de una de las empresas familiares más importantes del país.
La presidenta del Instituto de Derecho Notarial, Sonia Lukaszewicz, comentó: “En el taller quisimos tomar los 10 años de la sanción del Código (se cumplen el 1° de agosto venider) y ver qué sucedió con las experiencias de la práctica, qué es lo que pasa con las escrituras de donaciones que se firmaron antes de la entrada en vigencia del Código, las que se firmaron después, el impacto que tienen hoy en la vida jurídica y en la comercialización de los inmuebles”.
La también asesora del Colegio destacó la propuesta del taller: “Se nos ocurrió hacer un curso similar a una materia de la facultad, vinculada exclusivamente con donaciones, y tomar cada uno de los aspectos: desde el concepto del contrato hasta la forma, la capacidad para aceptar o hacer donaciones, la intervención de los progenitores en ejercicio de la responsabilidad parental, cuando la donación es a favor de un hijo, entre otros aspectos. Tomamos también el periodo crítico para las donaciones desde el dictado del Código y su entrada en vigencia, hasta el 25 de noviembre del 2020, cuando vuelve a ponerse en circulación un número importante de inmuebles, que por el solo hecho de tener el antecedente de una donación eran observados”.
En esa línea, agregó: “Nos dimos cuenta de que, a pesar de que la norma es del año 2020, muchos escribanos en ejercicio desconocían que las donaciones hoy son títulos buenos que no tienen que ser observados. El Comité de Contenidos tomó esta iniciativa y surgió algo fantástico que fue trabajar en conjunto entre los Institutos de Derecho Notarial, Civil y la Comisión de Consultas Jurídicas”.
Los asistentes coincidieron en lo enriquecedor de la interacción de las comisiones e institutos y en la visibilización de muchos de sus aportes.