No fue una ceremonia interreligiosa tradicional ni fue convocada en ocasión de celebrar el aniversario del Colegio. Fue la necesidad de honrar la memoria de nuestros seres queridos y cerrar un ciclo de profundas pérdidas, abriendo un espacio de diálogo espiritual y de esperanza.

En el marco de la ceremonia, y a fin de hacer presentes a cada uno de los colegas fallecidos, se colocaron sus nombres en un árbol de la vida, ubicado al ingreso del salón. Con esa imagen como trasfondo del acto, los religiosos brindaron su mensaje. 

Tuvimos el honor de contar con las presencias del Fray Alberto Saguier Fonrouge, sacerdote de la orden de Predicadores y profesor de Filosofía y Teología en la UCA; Ari Burztein, Decano académico del Seminario Rabínico Latinoamericano; Omar Abboud, Presidente del Instituto de Diálogo Interreligioso y dirigente islámico; y el Pastor Carlos Caramutti, representante de la Convención Evangélica Bautista Argentina.

Antes de las disertaciones religiosas, el vicepresidente escribano Esteban Urresti, brindó unas cálidas palabras de bienvenida, celebrando un reencuentro con la familia notarial:

“Lo hacemos porque en la humanidad, dentro de cada uno de nosotros, hay un deseo de vivir, una voluntad por no dejarnos vencer, que sólo puede tener origen trascendente o divino”.

El vicepresidente dijo también: “En estas circunstancias, más que nunca, nuestras creencias nos contuvieron, pusieron límite a nuestras tristezas y nos permitieron enfrentar nuestras desesperanzas” (…) “No importa el nombre de ese Dios al que elevemos esta plegaria, ni la forma en la que se exprese; puede ser el de cualquiera de las diferentes religiones del mundo, porque es el Dios de todos, el ser superior que está dentro de cada uno de nosotros y que da sentido a nuestra vida”.

El pastor Caramutti inició el diálogo: “Los recuerdos son sumamente valiosos porque son los que no nos permiten olvidar. Recordamos a los que no están para aprender de su legado y hagan a la base de nuestro propio futuro, con el dolor lógico que sentimos los seres humanos”.

A continuación, el rabino Burztein agregó: “El recuerdo sirve para que la persona que se fue se transforme en una fuente de inspiración, que podamos resaltar sus cosas buenas. Y ese recuerdo será una bendición para nosotros, si no lo hacemos será una vida sin esperanza”.

Omar Abboud, por su parte, apeló a resignificar el dolor de la muerte de los seres queridos: “Quienes recorrieron el camino del Bien no están muertos, están vivos. Por eso el mensaje tiene que ser esperanzador, y tendremos que ayudar a muchas otras personas a encontrar ese camino. La manera de recordar es aprender a ser más solidarios, en su memoria”.

Para finalizar, el padre Saguier Fonrouge destacó: “Los ojos puestos en la vida, en lo que que nos ha permitido compartir en su tiempo, siendo conscientes del valor de esta presencialidad.Con los que han partido, seguimos unidos por ese amor que compartimos en la Tierra”.

Tras las reflexiones, el Coro Julio A. Aznárez Jáuregui volvió a compartir un escenario, bajo la dirección de Silvia Pérez Monsalve. En esta oportunidad, el Esc. Javier Villamea Billordo interpretó “Honrar la vida”, acompañado por el pianista Daniel Maier.